lunes, 24 de septiembre de 2012

MICAELA BASTIDAS PUYUCAHUA MUJER HEROICA


MICAELA BASTIDAS PUYUCAHUA MUJER HEROICA

Una mujer hermosa, morena con rasgos andinos, de cuello delgado y largo, cabello ensortijado, mirada penetrante y carácter duro ante los momentos difíciles. (Nacio en Tamburco, 1745 - falleció en Cusco, 18 de mayo de 1781).

Fue prócer y mártir de la independencia peruana, quien a pocos momentos antes de ejecutarse su sentencia, enunciaría su clara posición política y su conciencia independentista declarando: "Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos...".

Por ese entonces Tamburco era un pueblo conocido por sus abundantes pastos y una agricultura floreciente, principalmente de granos, papas y frutas y, como lugar obligado de descanso de los viajeros que llegaban tras el paso lento de los mulos en largas y penosas jornadas. Esto explica la desahogada situación económica de sus habitantes.

Su padre descendía de africanos y su madre una indígena de apellido Puyucahua, hija de Manuel Bastidas y Josefa Puyucahua, la joven Micaela era de esbelta belleza y clara tez mestiza, con el cabello ligeramente ondulado, lo que llevó a muchos a llamarla "zamba", nombre que se da en Abancay a las personas que por esta característica se distinguen de las personas típicamente andinas. Lo que más resaltan los historiadores e investigadores, sin embargo, no son sus rasgos físicos, sino ese temperamento férreo que marcó su derrotero.

Se casó muy joven en 1760, a los 15 años con José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, uno de los próceres de la historia del Perú, en la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación, en el pueblo de Surimana, lugar del curacazgo de su marido.

Madre de tres varones, Hipólito (1761), el primogénito, Mariano (1762) y Fernando (1768), Micaela Bastidas tuvo como primer maestro ideológico al propio José Gabriel, quien había adquirido una sobresaliente formación, tanto en el Cusco como en Lima, en múltiples reuniones, incluso ligadas a grupos masónicas en las que forjó su acendrado espíritu separatista.

Micaela Bastidas ha de haber tenido también algunos estudios escolares, pues sabía leer y escribir en castellano. Hasta hace poco, algunos autores sostenían lo contrario, apoyándose en la noticia de que tuvo varios amanuenses a su disposición durante la etapa de la rebelión. No obstante, una prueba concluyente de sus conocimientos idiomáticos es una carta escrita de su puño y letra cuyo original se encuentra en el Archivo Nacional de Lima.


"El papel que desempeñó doña Micaela Bastidas Puyucahua tiene capital importancia para conocer la rebelión de Tinta. Puede asegurarse que, desde el primer momento, ella fue el principal consejero de Túpac Amaru, junto al rumoreado Consejo de los Cinco. Y aunque el caudillo actuó mediante decisiones propias, por sus ideas e iniciativas aparece la figura de esta enérgica y prócer mujer con los caracteres de un personaje de valor innegable".

Fue capturada luego del fracaso de la sublevación, Micaela Bastidas fue ejecutada, sus verdugos le cortaron la lengua, le anudaron al cuello una cuerda que tiraron desde lados opuestos y, mientras agonizaba, la patearon en el vientre y en el pecho, en la Plaza de Armas del Cusco, el 18 de mayo de 1781, a los 36 años de edad, habiendo tenido antes que presenciar la ejecución de su hijo Hipólito y a la vista de su esposo.

Estas fueron algunas de las cartas que escribió Micaela Bastidas a Tupac Amaru, 6 de diciembre de 1780).

Finalmente es vencido en Tinta, Cusco.


“Nuestras tropas acreditaron el mayor tesón, y los enemigos hicieron acciones de mayor valor, porque hubo indio que atravesado con una lanza, se la sacó del pecho y siguió con ella a su contrario, 5 ó 6 pasos hasta que cayó muerto; y otro a quien un fogonazo sacó el ojo, que siguió con tanto empeño al fusilero que lo había herido, que si otro soldado no lo remataba, hubiera dado fin a la vida de su primer victimario”


Túpac Amaru le dijo al jefe de los españoles: “Aquí no hay más culpables que tú y yo, tú por oprimir a mi pueblo, yo por tratar de libertarlo”.


Su cadáver junto al de su esposo fueron llevados al cerro Picchu, donde lo quemaron y esparcieron sus cenizas al viento y el rio.


La lucha por la libertad no fue un hecho local en el Perú sino que se propago por toda Latinoamérica e influyo en el pensamiento de los futuros líderes latinoamericanos, fue un paso decisivo en el despertar de la conciencia de las naciones, y Micaela Bastidas fue la que inspiro, colaboro y condujo junto a Túpac Amaru II esta revolución.

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